Conspicuo miembro de la brillante “Generación del 59” de Bellas Artes, Enrique Galdós Rivas es uno de esos artistas que ha sabido mantenerse vigente, contra viento y marea, a lo largo de 45 años. Discípulo de Germán Suárez Vértiz, Sabino Springett y Juan Manuel Ugarte Eléspuru, poco después de su egreso consiguió una Mención Honrosa en la Bienal de Sao Paulo (1961), galardón que marcaría el inicio de una larga y prolífica carrera.
Ud. pertenece a la “Generación del 59” que ha dado muchos talentos de la plástica nacional: han pasado 45 años, ¿cómo se ve a sí mismo ahora?
Bueno, en esos momentos no pensé que llegaría a estar pintando tantos años, así que me siento bastante logrado. Aunque en algunos aspectos no he alcanzado todo lo que quería, he disfrutado de la pintura, he viajado, mi obra se ha difundido mucho en el extranjero y es cotizada, he participado de importantes eventos de arte intenacionales, así que no me puedo quejar. He tenido temporadas viviendo en otros países, pero he podido finalmente hacer mi vida aquí, con mi familia, y disfrutando de las cosas buenas de mi país, aunque justamente por haberme quedado acá he tenido que trabajar el doble, por darle la contra a aquello de que uno no puede ser profeta en su tierra. Lo bueno es que, por haber trabajado el doble, uno tiene muchas más cosas para contar (se ríe). Bueno, cuando yo salí de la Escuela me puse como plazo un año para empezar a lograr cosas con la pintura, para ver si podía mantenerme y seguir pintando o si mejor me dedicaba a otra cosa.
Era una época muy distinta…
Y yo había podido estudiar gracias a una beca de estudios, en ese tiempo daban unas becas que equivalían a un sueldo completo. Pero volviendo al tema, yo no sabía si realmente iba a poder hacer una vida con la pintura, y por eso pensé en tentar el panorama un año. Recuerde que por entonces no se usaba que las mujeres trabajaran, y entonces para poder formar una familia yo tenía que ser capaz de mantener un hogar por mí mismo. En ese tiempo no había más que una galería de arte en Lima, la del Instituto de Arte Contemporáneo. Yo pintaba y pintaba, y poco después gané un concurso de la Municipalidad de Lima. Luego gané un concurso nacional, el Premio Ignacio Merino, y el premio Feria de Octubre. En 1960 me fue muy bien vendiendo cuadros, así que con todo esto me sentí animado a persistir. Al siguiente año ya estaba exponiendo en la Brasil. Y así han pasado 45 años.
En toda su obra se percibe mucho de las culturas prehispánicas peruanas, tanto en los motivos como en los colores intensos. ¿Siempre han llamado su interés?
Estando en el último año de Bellas Artes, los profesores nos decían que ya podíamos pensar en buscar qué íbamos a hacer con nuestra obra, con la base clásica de lo que ellos nos habían enseñado. Saliendo de la escuela empecé a buscar “mi” pintura. Ya tenía el color, el colorido vivo, los amarillos, naranjas, rojos, imagino que será así porque yo soy una persona muy alegre. Me puse a estudiar la cerámica y los textiles peruanos antiguos, y descubrí su rica iconografía, que me ha dado mucha inspiración con que trabajar. Tomaba por ejemplo diseños Moche, les ponía mis colores y los reinterpretaba. Y así he trabajado con muchos motivos y cosas de las culturas prehispánicas. Pero nunca me ha gustado repetirme, siempre estoy mirando y haciendo cosas nuevas y diferentes.
Ud. se ha autocalificado como “un pintor libre”.
Claro que sí, porque si bien me inicié en la abstracción y soy conocido como no figurativo, también hago pintura figurativa cuando me da la gana. Si se me antoja pintar un torito o un caballito, ¿por qué no lo voy a hacer? ¿Solamente porque soy conocido como no figurativo? No pues.
Natalia Velit, que vive y trabaja en París, respondió en una entrevista que prefería quedarse allá, porque no sólo podía empaparse del trabajo de otros, sino que tenía muchas más posibilidades de que su obra sea vista y apreciada. “Trabajar en Perú sería estar pendiente de que unas cuantas señoras compren mi trabajo mientras esté de moda” dijo…
Jeje, bueno, hay bastante de eso, acá no se aprecia realmente el arte, no se le da la importancia ni el apoyo que sí tiene en otros países. Debe ser por eso que soy más reconocido afuera, y por eso para quedarme a vivir en el Perú he tenido, como te decía, que trabajar el doble.
Ud. es un veterano de muchas Bienales y exposiciones internacionales…
Hasta he ganado premios alguna vez, aunque sea poco modesto que yo lo diga.
…. en este sentido ¿qué opina de la interrupción de la Bienal de Lima?
Creo que es un evento importante en el sentido de que pone al Perú a la vista de muchos otros países. Por ese lado creo que este tipo de eventos debería en lo posible continuar. Pero también creo que debería haber una especialización, o sea no poner en el mismo saco a la pintura y a otras cosas como las instalaciones. Debería haber eventos para el arte más tradicional, y otros para las nuevas formas. Un evento o actividad para cada sector del arte. El que ahora se hagan instalaciones no quiere decir que la pintura haya muerto. Ese es mi punto de vista, de repente estoy equivocado o pasado de moda, pero eso es lo que yo creo.
Pero el Estado no apoya precisamente los eventos artísticos.
Parecería que hubiera una dejadez de parte de los burócratas y funcionarios, una falta de interés verdadero en el arte. Parece que hay más interés en conservar puestos burocráticos que en apoyar al arte y a los artistas. Hay cantidad de eventos internacionales que quieren invitar artistas peruanos, pero estos funcionarios se limitan a decir “no hay presupuesto” y ni siquiera avisan a los artistas. Ya sabemos que no hay presupuesto para esas cosas, pero que por lo menos no retengan la información importante, así el artista que quiere y puede financiarse su participación viajará, pues: y al menos el Perú estará representado.
¿Qué les aconsejaría a los jóvenes que recién se están aventurando en el mundo del arte?
Que sean ellos mismos. Que no se dejen deslumbrar por todo lo que ven, y que busquen dentro de ellos mismos.
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Publicado en la Guía de Arte de Lima, Junio de 2005
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