
Hace tanto, pero TANTO desde la última vez que publiqué algo en este blog, que ya ni sé por dónde empezar. ¿Empiezo por el final, como hacía García Márquez? ¿Empiezo por el principio, como un cuentacuentos? Me temo que en uno u otro caso el relato me va a quedar demasiado largo.
Mejor intento hacer un resumen, vamos a ver:
- Mi viaje vital dio un viraje hacia la fotografía. Eso me llevó a la docencia universitaria, a reincidir en el matrimonio, y también a que este blog mutara, durante un tiempo, en blog de viajes.
- Pasa en las películas, pasa en la vida, ya lo decía Héctor Lavoe: todo tiene su final. Ergo, este blog estuvo en pausa y cerrado varios años. No sólo porque dejé de bloguear viajes o porque las redes sociales le hayan quitado protagonismo a los blogs, sino además porque me dediqué a otros proyectos profesionales fotográficos, periodísticos y docentes (incluyendo alianzas y consultorías) y personales. Y entre ellos el más cansado fue terminar la Maestría. Todavía no sustento la tesis, por embrollos burocráticos, pero esa historia será para otro día.
- Ya no estoy en Lima: hoy mi esposo y yo nos encontramos en la selva central del Perú, concretamente en Tingo María, sacando adelante un emprendimiento en ecoturismo rural sostenible y viajes mindful. Gracias a unos fondos concursables del programa Turismo Emprende, hemos formado la empresa tour operadora «Refugio Selvático Tingo», y nuestro primer producto son los Senderos por la Paz, en alianza con Mindful Travel Destinations. Ya les iré comentando más sobre eso.
- Como ven, mi vida ha dado un giro tremendo. En realidad, ya me ha ocurrido varias veces que mi camino da un giro tremendo, y ya me tuve que reinventar (a todo nivel) y relanzar varias veces. Resiliencia que le llaman. Pero claro, una cosa es que a una le pase eso a los 20, 30, 35 años, y otra que ocurra ya entrada en la quinta década. Y más aún con una pandemia que nadie se esperaba, que nadie sabía cómo afrontar, y que nos causó muchísimas pérdidas. Es verdad que a esta edad se cuenta con más experiencia, recursos para manejo de crisis y resiliencia. Pero no se puede negar que se tienen menos fuerzas, menos salud, y menos expectativa de vida.
Pero hay que «seguir p’alante». Siempre. Se puede perderlo todo, menos la Fe. Y en eso estamos. Intentando mantener la sonrisa y capear las previsiones macroeconómicas sombrías que llegaron hace unos días. Mientras estemos aquí, hay que seguir adelante.