
Toda mi vida y en todos mis viajes había presumido siempre de mis genes andinos y de que la altura nunca me había caído mal, pero supongo que los años no pasan en vano. Esta vez los 4,100msnm de Junín, donde nos habíamos quedado a dormir, me cayeron bastante mal. Por añadidura, yo, que soy limeña de toda la vida, de las que se congelan a 14°C, casi me muero con los -10C° con los que amaneció esa nublada mañana. Menos mal que estábamos bien abrigados.
El autito, tras la dura prueba del día previo, y encima con el frío, necesitaba una buena revisión. El destino, y el ángel que siempre nos acompaña, nos llevó hasta un taller especializado en Volkswagen Escarabajo allí en ese perdido pueblo de Junín. Bueno, he dicho que «nos» llevó, pero en realidad quien lo encontró fue mi esposo, mientras yo me mareaba (a pesar de las pastillas) y vomitaba hasta el aire de mis tripas en el baño de la hostal, bajo el cariñoso cuidado de mi hija, quien se empezó a aclimatar mejor que yo.
Mi esposo se enteró en este taller de que en la región hay todo un movimiento de «revival» de este tipo de autos, apodados aquí «sapitos», y que incluso viene gente del extranjero para el rally anual alrededor del Lago de Junín. No tengo muchos datos sobre este evento, pero encontré un video en Youtube que colgaré luego. Lo que tengo es la foto que mi esposo hizo en este taller de Escarabajos:

Me faltó haberme aclimatado una noche antes en un lugar menos alto, para estar en mejores condiciones y poder apreciar la belleza de los paisajes y el precioso cielo azul de la Pampa de Junín. De hecho, ya he estado en la zona antes varias veces haciendo fotos, pero no tantas horas seguidas.

A la hora en que los olores de los almuerzos de todas las cocinas de Junín me revolvían sin piedad el estómago, por fin pudimos reanudar la marcha, esta vez hasta Huánuco. La rápida bajada que hace la Carretera Central después de Pasco me sentó muy bien y pude empezar a fijarme en el camino.
Por cierto, en la carretera, en la zona de Huariaca, en un rincocito en donde las curvas son tan pronunciadas que han habido varios accidentes, tienen que parar en la tienda de quesos y yogures de «La Señora Olinda», que me terminaron de resucitar.
Con el mareo de mi resurrección no me acordé de hacer la foto del negocio de la Señora Olinda (espero poder hacerla al regreso), pero sí de estos preciosos racimos de maíz en el pueblo de 1° de Mayo, ya bien abajo el valle, donde se festeja anualmente la Feria del Maíz.

Y así continuamos hasta Huánuco, donde nos quedamos a descansar. La próxima continúa el relato!
Y antes de que me olvide, un poco de info del Rally de Escarabajos en este link
Creo que requiere valor emprender un viaje así. Que todo les vaya bien y que te mejores del soroche y sus consecuencias.
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