Muchas cosas pasan. Tantas, que una ya pierde la capacidad de atención y parece que en realidad no pasara nada. No sé. Quizás estoy muy estresada; quizás con la edad estoy perdiendo la capacidad de asombro; quizás debería trabajar menos y dormir más; quizás ya es hora de nuevamente coger mi mochila y volver a salir de viaje.
Quizás es un poco de todas esas cosas. Quizás baste para sobrevivir con romper un poco la rutina y abrir espacios para nuevas experiencias. La fotografía es una de ellas: una de las pocas cosas que me permiten descubrir cosas nuevas, y momentos que, en el instante en que ocurren, no parecen gran cosa; pero luego se revelan como parte integral y armónica de este inmenso rompecabezas que es la vida, hecho de pequeños instantes, de precisos momentos, de tiempos que se van y no regresan más, salvo en nuestros recuerdos.
Y claro, la música es una de esas cosas que añaden experiencias mágicas a mi vida.
Sólo sé que nada sé, decía el filósofo. Yo no puedo darme el lujo de no saber nada porque tengo una hija; algo tendré que enseñarle para que entienda este mundo de todos los diablos que mi generación le está dejando… suponiendo que esta loca que es su madre pueda enseñar algo que no sea meterse en líos. Sin embargo, de aquellas cosas grandes y trascendentales de la vida, es cierto, hay cosas que no sé. Y no sé si quiero saberlas, la verdad. Vivir en sí ya es bastante trabajo.
Además, creo que no me he perdido de lo principal; he conocido el amor, he reído, he llorado, he conocido y sigo conociendo a seres humanos maravillosos que me siguen revelando mundos paralelos y multidimensionales dentro de este universo tridimensional, he traído a un nuevo, único e irrepetible ser humano a este mundo (quien, dicho sea de paso, me ha enseñado más sobre la vida de lo que yo le he enseñado a ella), he gozado de actividades creativas que se convirtieron en pasiones… mi tránsito por este mundo ha sido todo menos aburrido. Si me tocara entregar el equipo mañana, no tendría mayor problema.
Creo que si algo he aprendido es que no se puede tenerlo todo, y que la felicidad es… un estado de ánimo muy curioso que no depende de nadie ni de nada más que no uno mismo. Una puede tenerlo absolutamente todo y ser infeliz, o no tener nada en lo absoluto, y ser feliz. La felicidad se crea desde dentro, no desde fuera. Porque uno escoge ser feliz, con sus circunstancias o pese a ellas. Yo escogí ser feliz y de acuerdo eso sigo apostando y haciendo elecciones en la vida.
Y por eso cuido mucho mi(s) locura(s) y las cultivo con pasión. Y he aprendido que cuando la vida se vuelve tan acelerada que ya no se puede gozar del aroma de una flor, es tiempo de dejar de pisar el pedal y bajarse del carro. Simplemente porque para sobrevivir hay que poder respirar.
Y para qué me siguen leyendo? Ya les dije que no tengo nada que enseñarle a nadie y que este post es sobre nada en lo absoluto 🙂
Hasta la próxima esquina…!
Eras fan de Seinfeld, ¿verdad? 😉
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Ernie, cómo te explico que me recuerdas tanto a George Constanza xD
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La nada es la madre de todo. Saludos!
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Aunque estés intrigada sobre por qué te siguen leyendo… te seguiré leyendo.
😀
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Lindo escrito amiga. En la forma como en el fondo. Un gran abrazo.
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Gracias Luis Guillermo 🤗🤗
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Lindo también el título de tu blog.
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