AnaMaría McCarthy: «Soy la terapista y la paciente» [1999]

Hubo una afinidad muy grande con Anamaría desde la primera entrevista que le hice, a propósito de su exposición «Memoria Compartida» (1). Pero no fue eso lo que me decidió a entrevistarla, sino el conocer más profundamente la naturaleza y la trascendencia de la búsqueda que ha emprendido. Es que, aunque el medio que ella ha elegido -la fotografía- para llevarla a cabo es muy original, su principal motivación es, o debiera ser, preocupación universal: el conocimiento honesto de uno mismo. Proceso personal que, en nuestra cambiante sociedad, debiera ser imprescindible, y que nos ayudaría a mantener una continuidad cultural. De otro lado, la obra de Anamaría ha sido incluida en importantes eventos internacionales como la Bienal de La Habana, la Bienal de Fotografía de Sao Paulo, FotoFest o o FotoSetiembre, obteniendo siempre entusiasta reconocimiento y elogios de la crítica especializada.

Comenzaste en escultura y cerámica; la necesidad de fotografiar tus trabajos te llevó a la fotografía, y con el tiempo llegaste a los desnudos. ¿Podrías recapitular tu proceso?
Cada vez que lo pienso encuentro alguna variante, porque en realidad es así como lo dices; empiezo fotografiando mis esculturas, que había trabajado desde hacía muchos años. Pero en el arte cada especialidad llega a ser lo mismo, si trabajas pintura, grabado, escultura, dibujo, fotografía, todas estas expresiones están ligadas a un solo núcleo que es el arte. Pienso que en realidad fue un paso natural a un medio diferente. Una vez que vi cómo se registraba la piel en la imagen, me fascinó totalmente. El desnudo es un punto de partida, como en todas las artes, Y luego se fue convirtiendo en un lenguaje propio; todo lo que hacía lo traducía al cuerpo humano, todo lo que quería decir o expresar también. En realidad casi siempre el cuerpo está desnudo en mis imágenes pero hay ciertas cosas que tienen otra desnudez, que no es el enfoque solamente del cuerpo. La sensación es de quitar capas de piel y como resultado la desnudez del modelo a modo de su único abrigo.

Me decías que te había fascinado cómo se registraba la piel en la fotografía. ¿Es que te han interesado siempre las texturas?
Lógico. En la cerámica trabajé mucho la textura, el volumen, el color, la luz, la sombra y la densidad del material… trabajé las mismas texturas en la fotografía. Pero también hay texturas que son difíciles de explicar, porque la textura se mezcla con la emoción de la persona en la imagen. Entonces ya es casi una cosa intangible, pero lo sientes: se vuelve una «textura emocional».

¿Son los autorretratos parte de tu búsqueda, de tu «ir quitando capas»?
Sí, el proceso era empezar por el cuerpo, sin rostro por mucho tiempo, expresar y agotar todo lo que yo quería decir a través de lo estético; pero finalmente pude darme cuenta de que al fotografiar estaba en realidad buscando personas que pudieran expresar o reemplazarme en la imagen, como una puesta en escena, como un teatro. Una vez que pude reconocer que eso era lo que yo estaba haciendo, me di cuenta de que no tenía otra salida en cuanto al progreso de mi trabajo: lo inevitable era terminar por ponerme ante la cámara. Ahí es cuando entro al autorretrato y empiezo a expresar con mucha más dificultad las cosas que antes hacía con facilidad, porque ya estaba comprometiendo mi identidad. Una vez que me sentí comprometida frente a mi propia imagen tenía que necesariamente saber qué es lo que pasa dentro de mí. Ha sido como un autoanálisis, donde yo era la terapista y la paciente al mismo tiempo, tenía que darme cuenta que no eran dos personas sino una sola. Cuando estoy frente a mi cámara, es como estar expuesta a un lie detector test [prueba del detector de mentiras], me siento comprometida con la verdad cuando registro mi imagen.. Es bien complejo, y de repente lo estoy volviendo más complejo al explicarlo.

Con todo lo que acabas de explicar y recapitular comprendo mejor porqué los desnudos que has trabajado han sido fundamentalmente femeninos; evidentemente si se trataba de una búsqueda de tí misma no podías hacerla a través de un desnudo masculino…
Claro, claro… Tal vez si yo no hubiese tenido esa búsqueda no hubiera tenido problema con el cuerpo masculino. A mí lo que me interesa es todo este proceso, este análisis, y el trabajo creativo; no se trata de captar algo sino de crear una situación para lograr una imagen que tú has compuesto, has realizado. Entonces pintar, esculpir, dibujar o fotografiar sin una fuerza interna que te motive, creo que salta a la vista en el trabajo terminado. Al observar una exposición te das cuenta de qué te está diciendo el artista, qué te está transmitiendo a través de sus obras; cuando la obra tiene un proceso emotivo o intelectual lo sientes. Un trabajo superficial, donde hay un verde que se ve lindo al lado del amarillo o del azul, es decoración, no es arte. Entonces entre arte y decoración creo que hay un mundo de distancia, y la diferencia es todo este proceso creativo que tiene el artista, y el resultado es su obra.

Actualmente [Nota: esta entrevista se hizo en el año 1999] ¿qué estas trabajando?
Autorretratos. Estoy trabajando sobre algunos textos de Antonin Artaud (2). Hice en 1998 una serie de seis torsos titulado «Presencia (infatigable)» utilizando mi propio cuerpo porque para mí el torso más que la cabeza es el centro de la mujer, su centro funcional, donde crece y nace un nuevo ser; donde se acumulan las preocupaciones y tensiones. Bueno, es una serie de imágenes donde el cuerpo se va «limpiando», en cada etapa. En la foto central, que es azul, tiene un texto de Artaud sobre el dolor del cuerpo, cuando uno quiere salir de su cuerpo por el terrible peso de la experiencia de ser humano. Había pasado por un tiempo donde compartía ese mismo peso que sentía Artaud a través de una serie de acontecimientos tristes en mi vida. La cuarta y la quinta van «limpiándose», saliendo de una etapa como amarilla, y la última foto es ya un cuerpo limpio representando una limpieza espiritual. Mario Montalbetti, el poeta peruano, me escribió un texto maravilloso para acompañar la obra, donde decía «¿…Por qué ha sido necesario ser golpeado seis veces en el mismo lugar? ¿Por qué no ha sido suficiente someternos una sola vez al baño de cobalto de los versos prisioneros de Artaud o a las órbitas garrafales de los dientes de Dios?…» o «Frente a ellos, como frente al torso arcaico de Apolo, el único reclamo que nos hacen es: tienes que cambiar tu vida». A primera vista le recordó el poema sobre el torso arcaico de Rilke (3) y luego describe, por ejemplo, el torso con el «baño de cobalto» aludiendo al tratamiento que tanto su madre como la mía fueron sometidas. Ese torso del «baño», es la imagen más cargada de emoción. Nunca hemos hablado de esto, es decir sí de nuestras madres pero no en relación a mi trabajo. Mi trabajo es muy intuitivo, las ideas simplemente siguen su curso… y me pareció increíble que él lo apreciara con mucha más claridad que yo. Bueno, el ojo crítico es otro que el creativo. Me han invitado para exponer en La Habana, Cuba, en el Centro Wilfredo Lam, y la muestra es específicamente sobre Artaud. La curadora, Magda González había venido a Lima en agosto del 98, vio mi trabajo y luego me ha invitado para exponer con una pintora cubana, Elsa Mora. A mí me cuesta mucho trabajar con un tema impuesto, pero lo lindo de eso es que de pronto te metes en los libros y empiezas a leer, a investigar y a realmente… bueno ya estoy absolutamente fascinada por Artaud. Me parece un genio impresionante, y su correspondencia en «Carta a la vidente» es excepcional. Me he sentido identificada, por muchas cosas que él sentía hacia su persona, hacia el arte; creo que tiene una fuerte relación con mi trabajo.

¿Cuándo vas a exponer esto?
En La Habana, el 6 de Agosto del 99. Pero en el 2000 me gustaría exponer en Lima, siempre he querido sacarme el clavo de Tarata. Tengo todo un proyecto que he ofrecido a algunas galerías, en particular a la Galería del Banco Continental que queda en el mismo Jirón Tarata pero en el momento no lo aceptaron por el peligro de otro ataque terrorista y por los problemas que hubo en esa época y que nadie quería recordar, pero pienso que ya han pasado suficientes años.

¿Cómo viviste lo de Tarata?
Tenía allí mi estudio fotográfico, en el 12º piso del Edificio Central, en el que había vivido por 11 años. Nos habíamos mudado después del primer coche bomba que pusieron en el Banco de Crédito; pero yo hice allí mi estudio, y en la sala principal daba clases de danza moderna Rossana Peñaloza. Mi hermano Kevin, que es escritor y ahora cineasta, había venido de Nueva York y estaba viviendo allí. Fue una cosa increíble, porque yo tenía que haber estado la noche del atentado, que fue un 16 de julio de 1992, pero tenía pasajes para ir con mis hijos a Nueva York el 18, para aprovechar las vacaciones de 28 de julio. Empecé a tener premoniciones y terribles sueños, y le dije a mi esposo que me tenía que ir antes, que no sabía cómo pero tenía que irme antes. Por supuesto que él me dijo que estaba totalmente loca, de que conseguir pasajes en esa temporada era imposible; hablé con la agencia de viajes y también me dijeron lo mismo, que algo muy insólito tendría que pasar para que nos dejaran tres espacios libres. La víspera del atentado tres personas cancelaron su vuelo; la mañana del 16 de julio me llamaron de la agencia y a las pocas horas nos fuimos. Esa noche, como yo no estaba en el departamento, no hubo clase de danza; mi esposo fue a buscar a mi hermano porque estaba solo; y salieron a comer media hora antes de la bomba. Bueno, lo demás ya todo el mundo lo sabe, fue absolutamente terrible. Jorge y Kevin escucharon la explosión y regresaron de inmediato y allí comenzó la pesadilla: no hubo luz, las cañerías de agua habían explotado y la escalera estaba en muy mal estado, pero aún así tuvieron que subir a pie al 12º piso en medio de los gritos, los escombros, los bomberos, la policía, el ejército, la gente que entraba, la gente que salía, los heridos y los ladrones… tuvieron que dormir en medio de mi sala para proteger mis equipos y todo mi material. Toda la noche entraron personas extrañas a los departamentos. Casi peor que la bomba fue la maldad y la inconsciencia de la gente que entraba a robar. Después de eso yo no quise regresar, ya estaba en Nueva York con mis hijos y en Lima se vivía mucha tensión en esas épocas, se tenía miedo de los secuestros, del terrorismo, y como eso pasó tan cerca de nosotros pensé «no voy a regresar, total, aquí estoy con mis hijos». Pero al término de 3 semanas regresé y me quedé muy traumada. Todo mi archivo estaba dañado o malogrado, mi estudio en escombros, las paredes rotas y todo absolutamente destruido. Entonces empecé mi retorno con la series «Bajo Presión, Under Pressure » y «Procesos Alterados» en los siguientes dos años, después de la bomba, recuperando mis archivos, mis negativos, y trabajando las obras que había hecho la semana antes de la bomba. Eran desnudos entre bolsas negras y transparentes de plástico… parecía una obra hecha justo después de la bomba y no antes: entonces eso era mi termómetro emocional de lo que estábamos pasando todos en esa época. Ahora a todos los que hemos sobrevivido a esa tragedia tan terrible nos gustaría «limpiar el siglo» como en esas limpiezas espirituales que hacen los brujos… a mí al menos me gustaría limpiar el siglo dejando el terrorismo atrás. Me gustaría hacer eso justamente en el año 2000, vamos a ver si puedo encontrar un espacio adecuado para hacerlo.

Acostumbras registrar mucho todos los hechos de tu vida. Te operan de la vista y te fotografías; te enyesan el brazo y te fotografías. ¿Todo eso es parte del autorretrato?
Sí, es que no es el autorretrato como un «voy a tomar mi retrato» sino un autorretrato en el sentido de «esta es mi vida, esta soy yo, esto es lo que me pasa, esto es lo que me hace ser feliz/infeliz»; mis imágenes son un registro fiel por un lado y por otro lado satisface la gran necesidad que tengo de compartir. En verdad no sé por qué; pero eso es lo que me motiva a trabajar. Ahora, curiosamente, no es de que yo veo mis imágenes y siento «esa soy yo»: muchas veces no me reconozco en la imagen. Tal vez porque los seres humanos no nos conocemos, porque la persona que menos conocemos es uno mismo. Crees que sí, te despiertas y miras tu imagen en el espejo, pero ese reflejo es solamente de tu exterior. Solamente te da información de cómo estas por afuera pero no te indica nada sobre tu mundo interior.. Inclusive hay muchas personas que ven mis autorretratos y no saben que soy yo. En realidad es mi otro Yo, esa es mi doble relación con mis autorretratos.

¿Es el Yo que tú ves?
Es el Yo que veo pero que no conozco, y mi trabajo va hacia el «¿quién es esta persona? ¿por qué hace las cosas que hace?». Hay algo que necesita conectarse, y no porque sienta que haya un problema en mí, sino que siento que mucha gente no se toma el tiempo de conocerse.

¿Qué significa para ti, como artista y como mujer, tener como entorno vital el Perú, que dicho sea de paso tú elegiste para vivir?
Mira, me demoré muchos años en acostumbrarme al Perú. Pero estuvo presente desde que nací, porque mi mamá era peruana y ella llevó a Nueva York su cultura y se rodeó de ella; en mi casa comíamos arroz todos los días, algo que ninguna familia americana hacía, mi mamá no podía vivir sin comer arroz. Por ese lado siempre nos tenía expuestos a la cultura peruana en la artesanía, en los huacos precolombinos, en los recuerdos, en la familia que nos visitaba. Entonces mi hogar siempre fue bicultural. Ahora, el lado americano definitivamente fue más fuerte, porque el niño percibe mucho más de la calle que de su hogar, es decir, asimila cosas y aprende mucho de su hogar pero gran parte de tu cultura la asimilas fuera de la casa entre tus amigos, el colegio, la música, las diversiones… Y yo pensaba que conocía bien lo que era ser peruano hasta que vine a vivir aquí, realmente me sentí muy extraña. El cambio de Nueva York a Lima fue muy fuerte. Además era un momento en que tenía muchas confusiones en la cabeza, tenía 18 años y sabía que quería trabajar en el arte pero no sabía dónde… Llegué a Lima durante el régimen militar de Velasco, y me encontré con que todo lo que pensaba que era normal en Nueva York acá era un lujo. El cambio fue muy fuerte pero me enseñó mucho, por ejemplo apreciar las cosas más simples de la vida, lo que era el amor y la unión familiar, en los Estados Unidos uno es cada vez más lejano o más ajeno a su familia, sus miembros se separan, casi no se ven y no se mantienen mucho en contacto… el Perú fue una experiencia que poco a poco fui asimilando y conociendo, hasta que lo convertí en mío, sentí que ya era mi cultura… ahora acá está mi vida y no me gustaría vivir en otro lugar. Siempre vuelvo a Nueva York pero ya no digo que «vuelvo a casa», sino que ahora vuelvo a casa cuando regreso a Lima. A mí me encanta llevar a mis hijos a diferentes ciudades, regiones, llevarlos a la selva, a la sierra, pasear por la costa… me parece un país mágico, y culturalmente muy rico. Es bien importante eso, porque no puedes vivir en un lugar extrañando otro, es una tortura.

En tus últimas muestras has presentado instalaciones y video. ¿Piensas seguir trabajando por ese lado o es algo temporal?
Es curioso, porque es la primera vez que trabajo el video [para «Memoria Compartida»] y es mucho trabajo. Necesitas una paciencia total. Gabriela Fernández, que es experta en el video, y yo estuvimos casi una semana con varias horas al día haciendo la edición, trabajándola fuerte… es muy diferente porque tenía cuatro horas de películas antiguas que seleccionar y editar a un corto de cuatro minutos, con alguna filmación de mi instalación en la bienal de La Habana en 1997, y terminando con unas imágenes de fotos fijas. Era un collage el trabajo, fue muy difícil y me encantó, pero no estaba acostumbrada a trabajar en equipo, y entonces cuando dependes de un montón de gente dificulta tu concentración . Trabajo sola, y cada vez más sola porque imagínate, si yo soy mi modelo [se ríe]… trabajo sin absolutamente nadie! Soy la «sujeta», soy la fotógrafa, soy la que revela, la que amplía, la que pinta, imagínate, esto se ha vuelto un trabajo de ermitaño. Pero me gustó mucho la sensación de este matrimonio entre imagen con movimiento y fija. Sí quisiera trabajar más en video, inclusive me he comprado una cámara pero la tengo guardada, no la toco, porque tengo miedo en este momento de empezar a experimentar, trabajar, y no hacer todo lo que tengo pendiente en fotografía.

¿Cómo canalizas tu trabajo?
No lo comercializo. Mi trabajo es sin fines de lucro y lo digo con orgullo. Ahora, si pudiera venderse, también lo diría con orgullo pero no es lo que me motiva. El trabajo que hago actualmente es muy difícil, es más una experiencia para compartir con el espectador. Sería difícil que alguien se lo lleve a su casa, porque son un poco fuertes, por ejemplo los autorretratos, y creo que te comprometen emocionalmente. La Galería Sicardi-Sanders en Houston representa mi obra. Les dejo el trabajo de vender mis fotos a ellos. Acá no hay un mercado para la fotografía, en lo absoluto. No lo hay; si alguien tiene la suerte de vender, es bien casual, alguna amistad o algo así, porque la gente no sabe comprar fotografía. Quizás su temor es que la imagen se desvanezca con el tiempo, pero creo que en realidad es por la ignorancia que tienen en este aspecto. No sé, pero en general su inversión no está dirigida a la obra fotográfica artística. Me siento tan libre de no tener la preocupación de que lo que estoy haciendo hoy se vende mañana o por cuánto se va a vender… sé que mucha gente vive de su arte y tienen que vender, y están detrás de las galerías, o llamando gente, viendo si colocaron algún trabajo. Marcel Duchamp se ganaba la vida dictando clases de ajedrez para que su arte no fuera su ingreso económico. Este año debe de salír un libro sobre mis fotografías titulado «Memoria del cuerpo», que para mí sería mi primer objeto comercial, aunque en realidad el libro es de la Editorial Peisa. Allí sí me voy a sentir muy bien si es que se vende porque el contenido es de 10 años de trabajo. Es importante promover los artistas y sacar más libros de arte, que a mí me parece el medio para la fotografía. Uno se lleva un libro de fotografía a su casa y se lleva fiel copia de la obra, y si hay una muy buena impresión casi no pierde calidad de los originales. Me gusta este fin para la fotografía. No niego el otro lado, de la compra de la imagen única, pero no es lo que me motiva. El arte es mucho más que eso·
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(TEXTO INÉDITO)
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[1] Galería de la Municipalidad de Miraflores, 1998.
[2] Antonin Artaud (1896-1948) Actor y poeta surrealista francés, autor de numerosos poemarios y guiones cinematográficos y cofundador del teatro Alfred Jarry. Los textos a los que se alude fueron tomados de la «Carta a la vidente».
[3] Rainer María Rilke (1875-1926) Abandonó la carrera militar por la poesía. De tendencia modernista, muy dado a las descripciones de objetos, situaciones y personas, buscando la esencia debajo de lo material. El poema señalado se titula «El torso arcaico de Apolo».

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