La generación de mis padres (que vivió su juventud en los años 50’s) fue amenazada desde los púlpitos con ser excomulgada si bailaba el mambo. Dicho baile era considerado escandaloso, y de las famosas bailarinas de la época se decía que aparecían «impúdicamente desvestidas». Mambo = Anatema (*).
Mi madre, hasta ahora fanática de The Beatles, cuenta (muriéndose de risa) que en los 60’s el culpable del inminente fin del mundo no era la bomba nuclear, ni el comunismo, ni el napalm, ni la recién inventada píldora anticonceptiva, sino el rock’n roll. Madres y padres se hacían cruces, escandalizados, al ver las contorsiones del nuevo baile, pero sobre todo la moda que trajo poco después consigo; chicos de cabello largo, chicas con minifalda. Esta vez, rock = anatema.
En los años 70’s, cuando yo tenía 4 o 5 añitos, recuerdo que se armó una batahola porque el entonces presidente Juan Velasco hizo expulsar del país a recién aterrizadito Carlos Santana, dejando plantados a todos los que iban a asistir a su concierto en el Estadio de San Marcos. De Santana se decían incendios: que si era drogo, que si era inmoral, que si era comunista, que si… en fin, casi todo pecado imaginable era atribuible a él. Y claro, los padres de familia lo consideraban una influencia casi satánica para la juventud. Otra vez variaciones sobre el mismo tema: Santana = Anatema.
Cuando ingresaba a la secundaria, se desató la fiebre de la música disco, con la película «Saturday Night Fever», bodrio total del cual lo único que rescatable hoy es el hecho de ser la prueba de que Travolta alguna vez fue flaco. Esta vez los escandalizados, más que nuestros padres (quienes todavía recordaban muy bien cómo habían sido ellos cuando terneros) fueron nuestros hermanos y primos mayores, y algunos de los tíos más jóvenes, acostumbrados a la psicodelia, al rock progresivo y a los grandes supergrupos de los setentas: nos jodieron de lo lindo por nuestro mal gusto. Digamos que el disco fue un anatemita.
Ya universitaria, en los ochentas, se desataron el punk y el new wave. Acá en Perú, también se desató el rock subterráneo, el cual así como tuvo fans, también tuvo enemigos acérrimos. Jóvenes contra jóvenes. Muchos blogueros mayores de 35 deben todavía recordar las broncazas a muerte entre subtes y punkekes… El punto es: las caras de horror estaban de vuelta. Esta vez eran de los padres, unidos en frente común con nuestros hermanos mayores en contra del llamativo ritual poguero, y muy especialmente ante las explícitas, lisurientas y y deslenguadísimas letras de los subtes. Nuevamente se oían los pasos del cercano fin del mundo, aunque parece que el toque de queda de entonces le impidió acercarse más a nosotros. O quizás Sendero Luminoso asustó al Diablo.
La música popular de los noventas se me pasó un poco como entre una bruma, porque me metí de lleno a la profesión y tenía menos tiempo, y porque con la llegada de los CD’s, que eran carísimos (aún no los pirateaban) y la globalización, era imposible estar al tanto de toooodo y me volví más selectiva. Pero sí me acuerdo que en muchos de los sitios adonde iba a bailar en esas épocas de joven profesional soltera hicieron furor los temas de Edgardo Franco, más conocido como «El General», quien hasta vino a Lima en el furor de su popularidad. Mi generación (y también los que ahora tienen 30) se vaciló de lo lindo con él: el que diga que no, ¡miente!. Hasta nuestros padres movieron el esqueleto en las fiestas familiares al son de «Muévelo, muévelo, muévelo mami…», esta vez regocijados y sin ver acercarse al fin del mundo. Quizás el uniforme de El General les hizo sentir que el orden no sería quebrado.
Y ahora entro (por fin) al punto. Pensando en algunas amigas madres de adolescentes que se desesperan al saber que bailan re-ggae-tón en las fiestas, me puse a escuchar mejor el famoso perreo y de pronto me dí cuenta, aterrorizada, de que había una mosca en mi sopa (y en las de mis amigas): musicalmente, en términos de base rítmica (bajo y batería full tarola) y en el estilo de cantar, me recordaba mucho, demasiado, al intergeneracional «Muévelo, muévelo» de El General. Los reggaetoneros no cantan; rapean. El General «canta» (bueno, es un decir) pero acercándose mucho al estilo de los raperos.
¡Doble Plop! ¿Y las letras? Pues que El General que alegró las fiestas de mi generación y hasta las de mis padres tampoco se salva. Las bailarinas que traía El General a sus shows en vivo bailaban casi lo mismo que los «perreadores» de ahora. En realidad, dicho sea con toda imparcialidad, prácticamente la única diferencia grande es que, mientras el re-ggae-tón tiene letras callejeramente sexuales y explícitas, El General y sus contemporáneos se se solapeaban con el caribeño doble sentido: por ejemplo
Alza la mano si tú estás gozando
Muévelo, muévelo (qué ssssabrosa!)
Muévelo, muévelo (cómo lo hacesss!)
ven a bailaaar (huummm), ven a gozaaal
enséñales que tú sabes menearlo
para un lado, para el otro
enséñales que tú sabes menearlo
agarra tu pareja y ponte a vacilar
muévelo, muévelo, muévelo mami,
ahora tienes que parar
No hace falta tener mucha agudeza para darse cuenta… pero quizás el hecho de ser alusiones con doble sentido lugar de letras explícitas permitió que «pasara piola».
Ahora, aunque siga sin gustarme el re-ggae-tón (lo escribo así para no salir en las «googleadas» que buscan esa música) ya tengo material para fregar a mis sufridas amigas que se escandalizan porque sus hijos e hijas lo bailan: decirles «oye, amnésica, ¿y en nuestra época no bailábamos la música de El General?». No, no me he vuelto defensora del perreo. Es sólo que ahora tengo la certeza de que LA HISTORIA SE REPITE y por tanto, ESTO TAMBIÉN PASARÁ y quedará atrás.
Conclusión 1: Toda época tiene su moda, y es deber de cada generación escandalizar con alguna de esas modas a la generación de sus padres.
Conclusión 2: Las modas, por definición, se han hecho para los jóvenes, y los jóvenes a) pueden ser alocados, pero no son descerebrados; y sobre todo b) no serán jóvenes por siempre… ya pronto se asentarán y tomarán sus rumbos en la vida.
Conclusión 3: Si ni la bomba atómica, ni el hueco en la capa de ozono ni el SIDA han acabado con la humanidad, difícilmente un género musical lo hará. Especialmente uno que, como tantos otros antes, un día pasará de moda, como pasaron el mambo, el twist y la psicodelia.
Epílogo:
Los «escandalosos» trajes de las bailarinas de mambo ahora lucen como el colmo del decoro. Los jóvenes hermosos y malditos que bailaban mambo, twist y rock’n’roll y que hasta probaron algo de marimba, ahora son respetables ciudadanos adultos que han criado hijos (y chocheado nietos) también ciudadanos ya: muchos incluso gozan de gran prestigio en el mundo de los negocios o en su comunidad.
¿Y qué fue de los anatematizados músicos? Carlos Santana perdió el cabello, se bautizó y ahora se proclama un hombre espiritual; John Travolta, a Dios gracias, después de «Grease» nunca más volvió a perpetrar otra canción; los «subversivos» punks y new waves extranjeros se extinguieron darwinianamente (salvo una que otra excepción). En nuestros lares, Daniel F, líder de Leuzemia, ahora canta solitario sus temas, pacíficamente acompañado de su guitarra. Bye bye, pogo. Y en cuanto a Edgardo Franco, «El General», éste ha anunciado ya su retiro de la música.
Y es que el tiempo pasa / y nos vamos volviendo viejos… ni los Rolling Stones se salvan, y en esta última gira mundial los sesentones más wild del mundo andan con geriatra de planta ya. Plop.
Ya veremos con qué otros actores y disfraces se repite en el futuro esta misma historia una y otra vez…
He dicho.
POSTDATA: Para los curiosos y para los amnésicos: pinchar aquí. Tienen que mirar en la parte más baja de la página que aparecerá (para ver las instrucciones).
(Nota: «Anatema» primitivamente señalaba los objetos consagrados a los dioses, especialmente las ofrendas. Con el Cristianismo, pasó a significar maldito, fuera de la Iglesia. Se trata de la máxima sanción impuesta a los pecadores; no solamente quedan excluidos de los sacramentos, sino que desde ese momento se les considera destinados a la condenación eterna).
Y bien dicho!
Tienes razón…. son epocas… son modas y pasajeras por cierto.
Todos los que ahora se escandalizan son los que alguna vez retaron también a la sociedad con sus bailes y extravagancias.
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si.. todo pasa …
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buee… lo que es yo: nada de esas musicas en casa. Desgraciadamente, el Kish las escucha en todas partes! no me molesta la gasolina, ni otras media zanahorias, pero hay otras cuyas letras no quiero que esten en el vocabulario de mi hijo. Anatema? no creo. Creo que es cuestion de enseñarles la diferencia entre diversion y vulgaridad. Si mi hijo fuera mayor, que puedo hacer? castigarlo por bailar? Solo implorar a su buen gusto.
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¡Yo tampoco tengo «esa música» en casa, Gamma! Siento casi la misma sensación de vade retro que tú, y la verdad que no me gusta «esa música» para nada. Pero confío en que será una moda pasajera. Y tienes razón, cuando son pequeños podemos controlarlos, inculcarles valores y tratar de orientar sus gustos, pero cuando ya son adolescentes… :-s ya es muy tarde. Más bien nos toca, ya que se supone que como padres debemos ser más listos que ellos, tratar de ver porqué les gusta «eso» y qué tan en serio se lo toman. A veces lo hacen solamente por retarnos o, dicho de otro modo, para definir su propia personalidad en función de sus diferencias con el mundo de sus padres. Marcando así sus propios espacios y «gustos» también se identifican con sus amigos. Pero te diría que los adolescentes, pese a su mala fama, nos pueden dan más de una sorpresa agradable si uno sabe ganárselos…
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pues anda sentandote y agarrandote fuerte de una silla que uan te faltan escchar muchos mas ritmos musicales
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cuando leo posts como estos me recuerda a la causa comun en otros lados de este gran pais para impedir que avance el reggaeton (ninguno con éxito). Las modas pasan.
Yo ahora me burlo cuando escucho La Inolvidable y pasan música de la Nueva Ola (para mi muuuuuuuucho peor que el reggaeton) pues suena anticuado y muuuuuy matado. Y pienso…. ¿en treinta años…. el reggaeton será la nueva ola como se la siente ahora? pues casi todos los que conozco y estan en un promedio de edad similar al mio le tienen una repulsión similar a la risa y verguenza ajena que les causa escuchar una cancion de … por ejemplo, Rafaella Carra
«..para hacer bien el amor hay que venir al sur…» ajajajajajajjajajajajaa
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Gabriel: la verdad, no capto a dónde va tu comment, sorry.
Jocho: Aclarando que Raffaella Carrá no es de la Nueva Ola, es más reciente, acá la rompió entre 1979 y 1981. Pero buena pregunta, ¿cómo se oirá el reggaetón dentro de 30 años? jeje… Y hablando de canciones viejas que dan vergüenza, menos mal que no mencionas ninguna de ese infame grupúsculo que alborotó a las colegialas de mi época (menos a mí), los MENUDO… tamare qué idiotez oe jaja!!
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Muy claro. Tienes un gran sentido comun y precision; para que la gente se deje de hipocresias mas vale la informacion y refrescar nuestra memoria peruana – siempre de pocos bytes- La musica es asi, como muchas cosas. Quizas alguna envidia escondida de no disfrutar como en sus viejos tiempos y ver eso en los hijos…En fin, que sea musica valiosa o no, no viene al tema, ya lo mencionaron con estas radios retro que estan surgiendo para compensar. Y como la ola mundial esta en la musica de baile y los gringos no desperdician una ya hay una nueva que empezo a crecer por internet el grupo OkGo hizo lo que era logico en suceder, coreografias con ska, punk y chongo rock denle un vistazo en you tube jejej.
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Pues pues… ahora me parece raro el que justamente quienes mas se movian con el General me decian «como puedes escuchar Metal, … musica del diablo» y cosas asi….
Tambien tenia una amiga a quien Cranberries le parecia «muy fuerte» eeehhhh!!???
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Pues parece que hay que epserar quince años apra que pegue un ritmo que uno inventa. Yo he perdido as esperanzas: soy completamente arrítmico. El General quedará en la historia y mejor posicionado que otros generales como Garrastazú, Stroessner, Pinochet o Barrientos.
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Danza Presidente!!!. Totalemente de acuerdo contigo mi estimada, es una moda que ya pasará, eso ha sucedido en toooodos los tiempos. Me acuerdo de el General con «Mami, llegó tu papi con el funkete»», nunca supe que diablos era funkete, ahora prefiero no enterarme.
Besos
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