(Inspirado en los tiernos posts de Gigi y Brujis…)
Admiro a las mamás archimaternales, pacientes, tiernas y equilibradas que adoraron a sus bebés desde que los vieron nacer, o que les escriben amorosas cartas de antología desde muy tiernos. Las admiro y secretamente las envidio. Yo empecé un cuaderno con cartas para mi hija, para cuando creciera, pero después cuando miraba lo que había escrito lo encontraba cursilísimo, de modo que finalmente dejé de hacerlo… y eso me produjo un inconfesable sentimiento de culpa.
Sí, yo amo a mi hija; mi marido y yo la deseamos, la encargamos y la esperamos con mucho amor e ilusión; pero cuando me la mostraron inmediatamente después del parto no sentí esa inmensa oleada de amor con estrellas, fuegos artificiales y campanitas de la que hablan muchas mamás. De hecho, lo que sentí (en medio de mi agotamiento) fue asombro, incredulidad y hasta miedo. Lo que sí recuerdo fue que pensé: “está preciosa, pero, ¿y ahora… qué hago?”.
Fue casi (bueno, salvando las distancias) como si me mostraran a un nuevo espécimen de fauna recién descubierto por la ciencia. Un espécimen muy llorón, por cierto. La primera vez que la cargué, no podía creer que yo la había parido y que ya era una madre, SU madre: y que ella era mi hija.
Es hora de hacer un flashback explicativo.
Siempre fui muy independiente. Era de las niñas que prefieren jugar con animales que a las muñecas. Es más: yo era una niña rara que odiaba ser niña. Yo quería crecer para que nadie me diera órdenes, para poder hacer lo que yo quisiera. Mi mayor aspiración infantil era quitarme a mi mamá de encima, para jugar o leer en paz.
Corrió el tiempo, me hice adulta, me casé, y tuve a mi hija a los 35 años, tras mucho tiempo de haber vivido básicamente como a mí me daba la gana. Tuve un embarazo magnífico, sin náuseas ni malestares. El parto fue normal y relativamente sencillo (sin siquiera anestesia); no tuve ningún problema con la episiotomía, y la lactancia materna fue una aventura divertida. Pero mi hija era llorona y archidependiente desde los genes. Lloraba… lloraba… lloraba… Y no era por falta de leche. Yo tenía mucha. Nos volvimos expertos en hacerla eructar, pero ella seguía llorando. Aparentemente sólo quería estar abrazada y/o cargada la mayor parte del tiempo, y eso me sacaba de quicio porque no me dejaba comer tranquila, ni hablar por teléfono, ni atender los quehaceres, … y obviamente, menos aún podía yo disfrutar del periódico, y ni hablar de mis hobbies de siempre.
Sumando a mi peculiar niñez el hecho de que yo no tenía ninguna experiencia previa con bebés (no tuve ni hermanos menores ni sobrinos que criar), el resultado fue que me convertí en madre siendo una completa analfabeta funcional en ese campo. Mi marido igual: era el menor de los hermanos, y tampoco tenía sobrinos. Descubrimos que ni todos nuestros conocimientos juntos, ni mi IQ, ni mi carrera universitaria, me servían de nada para comprender el llanto imparable de mi hija. En ese departamento, cualquier serranita campesina sin colegio me llevaba años luz de ventaja.
No podíamos pagar ninguna empleada ni nana porque yo ya no trabajaba, y mi marido acababa de cerrar el negocio. Y por esos primeros meses no podía contar con mi mamá para que me ayudara, porque mi abuela se estaba muriendo de cáncer y mi mamá se pasaba días enteros acompañándola y cuidándola. Por añadidura, mi suegra había fallecido años antes de conocer a Osamu.
Así que ¡ni modo! Resignación: no tenía a quién recurrir. Yo misma era. Estábamos solas mi hija y yo buena parte del día (porque Osamu tenía que ocuparse de ganar los frejoles). Y en resumen, me costó mucho, mucho trabajo comprender, asimilar y aceptar el grado de indefensión y dependencia que puede tener un bebé. ¡Y sus llantos! Más de una vez fantaseé con tirarla por la ventana a ver si dejaba de llorar, pero obviamente eso duraba pocos segundos, tras los cuales venían horas de sentirme horrible y llena de remordimientos. No fue sino hasta casi sus cuatro meses que me percaté de que el 80% de su inagotable llanto era por falta de sueño. No se podía quedar dormida por sí misma. Ni modo: a pasearla y arrullarla.
Muy aparte de eso, tuve una depresión postparto bravaza (malditas hormonas…) que me tuvo llorando a mí también durante casi tres meses. No sé como hizo mi pobre Osamu para soportarme, pero le estaré eternamente agradecida por haberme apoyado incondicionalmente durante esa fase, en la cual hasta descubrir que se había acabado el azúcar era una tragedia griega.
Pero sobre todo, volviendo al punto, lo más difícil fue procesar mi sentimiento de culpa.
Veía que las vidas de los que me rodeaban seguían tal cual, todos salían al mundo, trabajaban, tenían vidas productivas, veían a sus amistades, salían al cine o a algún evento social… mientras yo me quedaba en casa dando el pecho o arrullando a La Enana. Mis horas de sueño se redujeron a dos o tres intervalos de 90 min. cada noche. Mi vida había cambiado en 180º y yo no terminaba de encajar en mi nuevo rol como madre. Más bien me sentía anclada. A veces, como les ocurre a muchas mamás, me sentía agotada, enojada y frustrada, y sinceramente, deseosa de estar en cualquier otra parte (trabajando, por ejemplo) menos en casa, en bata, maldormida y escuchando el llanto de mi hija destrozándome los tímpanos y los nervios. Y a los pocos minutos pensaba que eso era monstruoso, que no debía sentirme así, y me sentía culpable por no ser una buena mamá.
Y es que la publicidad, dale que dale, nos vende arquetipos culturales con tanta fuerza que, si una no encaja en ese típico molde de Mamá Gallina, de sonrisas inagotables aunque sólo haya dormido 10 horas en toda la semana, sonriente aunque el bebé se haya acabado de cagar encima de la colcha nueva, amante y protectora las 24 horas del día… entonces los que te rodean se te vienen encima, cuestionándote como madre.
Típico ejemplo: diálogo a medianoche nº 23
(MamáDeDanza): Oye, ¡esa bebe se va a herniar!
¡tiene una hora llorando!
(DANZA): ¿Desde cuándo una hora tiene únicamente diez minutos?
(PapáDeDanza) : ¡Qué poca paciencia! ¿Para eso querías hijos?
A la mañana siguiente, mientras regaba el jardín (pretexto para ver la calle y respirar aire fresco):
(VecinaDeDanza): Señito, su bebita llora bastante, ¿no? ¿por qué llora tanto?
En mi antología personal de las preguntas necias que me han hecho, ésa se lleva de lejos el primer premio. Me mordí la lengua para sonreír y no decirle “¿por qué no pasa y se lo pregunta usted misma?”. Obviamente, si supiera porqué llora, sería fácil hacerla dejar de llorar, ¿no? Pero como como saben todas las mamás, a veces es muy difícil saber porqué realmente llora un bebé.
Poco a poco pude aceptar con calma que yo tenía que «ubicarme» como mamá, y que mi estilo (cuando lo desarrollara) podía ser tan válido como el de cualquier otra.
Así que, con estas y otras cosas, me tomó mucho tiempo y esfuerzo consciente (porque para esas cosas internas y personalísimas de poner orden dentro de una, nadie te puede ayudar realmente) el aceptar que mi vida ya no es exclusivamente mía, y que a partir de la llegada de La Enana toda mi vida giraría en adelante en torno a ella: y que tenía en mis manos la responsabilidad y el reto más grandes que me habían tocado en toda mi vida. Mi trabajo más importante.
Darme cuenta de que NADIE, ni mi mamá ni la mejor nana del mundo iba a cuidar de mi hija como yo, y que hasta la más mínima y trivial de mis decisiones personales la iba a afectar a ella, directa o indirectamente, fue la mayor revelación que tuve después de convertirme en madre. Ese descubrimiento primero me llenó de pánico, y luego me hizo cuestionar muchas cosas, y descubrir que ciertas teorías modernas a las que yo me había adherido siempre sólo funcionan bien sobre el papel. O en las sit-coms.
Pero como este post se está poniendo muy largo, mejor lo cierro provisionalmente contándoles que ahora La Enana y yo nos llevamos muy bien (aunque heredó los genes tercos de mi mamá) y que nos divertimos mucho juntas. Prometo un siguiente post obre el tema del párrafo anterior… pronto.
yo no podria escribirle esas cartas a mi Kish: facil que me las tira por la cabeza 🙂
Yo tampoco tengo una gran paciencia, pero es cuestion que padres e hijos se adapten el uno al otro, creo 🙂
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Un post muy lindo y muy real. Me encantó. Y es verdad la propaganda esa que dice «cuando nace un bebé, nace una mamá». Nadie te prepara para eso.
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Bien dicen que ser madre es una carrera que no se estudia en ninguna universidad. Y que la vida te cambia para siempre… Me imagino que debe haber sido muy difícil, no te sientas culpable, una se acostumbra a su vida y un bebé llega a cambiártelo todo y me imagino que por más que ames a tu bebé debe llegar un momento en que la paciencia y las fuerzas se te acaban, es totalmente comprensible. Pero a pesar de todos estos sacrificios debe ser hermoso ver crecer a tu hijita, no??
Besos
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No ha sido muy largo el post, bueno sí largo pero no aburrido. Es cierto hay sentimientos encontrados en la batalla por convertirse en «madre»; agotamiento, sentimiento de culpabilidad, ganas de salir corriendo. Bueno en realidad mi caso fue distinto; mi hijita fue muy tranquila, no lloraba casi nada, y cuando lo hacía era porque algo le dolía (eso lo aprendí a comprender gracias a mi madre, ella me ayudó un montón!). Imagino lo difícil que la tuviste al enfrentarlo solita, yo no la tuve tan difícil por ese lado, yo la tengo difícil por otros lados. Pero coincido en que cuando dejan de ser bebes de pecho, uno disfruta rié y se divierte horrores. Te felicitio, estoy segura q esa difícil etapa te ha convertido en una muy buena mamá.
Saludos y suerte en todo.
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Danza:
Me encanto este post. Sin duda otra «perspectiva» acerca de ser mamá…
Danza, la verdad es normal todo lo que pasaste. Creo que c/persona va a reaccionar diferente al momento de tener hijos y en tu caso como que pasate de una vida 100% independiente a tener que asumir hartas responsabilidades en favor de alguien. Algo que en realidad no sabías si podrías hacer, encima que lloraba mucho, te vino una crisis post-parto, etc. Todos somos humanos, para ser padre/madre nadie no existe «universidad» ni clase qu valga. Aunque si tengo hermana y aprendí (y sigo aprendiendo) mucho con ella se que no es lo mismo que un hijo (aunque eso lo descubriré cuando los tenga).
Es lógico también que hays perdido la paciencia. A todos nos puede pasar, somos humanos, no?
Por cierto, aquello de tener cartas al futuro me parece buena idea. Es mejor que escribir posts 🙂 porque aquí bien podemos sufrir el ataque de algun virus, etc. Yo, si te animaría a que siguieras escribiendole cartas, te aseguro que si tu relación con ella va por buen camino y cuando sea mayor las lea seránun tesoro para ella (cuando tenga 15 o por ahí ni hablar porque su cabeza va a estar en fiestas y chicos, ahí pierdes).
Espero con ansias el segundo capítulo (aunque claro, no sé si solo serán dos).
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Wow, la verdad que tener un hijo es mas que cosa seria. Tu situación fue difícil por lo que no tuvistes quien te ayude como tu mamá, para mi hermana la ayuda de mi mami ha sido clave, aparte de la empleada, sola no me lo imagino, good for you.
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me gusto mucho… que dificil es entenderle el llanto a tu bebe.. que frustrante para una madre no poderlo hacer… que frustrante debe ser para mi mamá mirarme a los ojos y no saber lo que quiero aunque yo se lo podría decir (pero no puedo)
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Gracias amigas y amigos, gracias por la paciencia de leerse toooodo el post, y gracias por ser tan comprensivos y no lincharme ni llamarme madre desnaturalizada 🙂 Bueno, de hecho, a mí misma me tomó mucho tiempo comprender por lo que estaba pasando y cómo procesarlo.
Tengo que reconocer (again) que el haber pasado por psicoanálisis años atrás, me ayudó en el largo plazo a entenderme y procesar esa difícil fase de los primeros meses. Es decir, cuando uno ha estado en ese tipo de terapia por bastante tiempo, se le queda la costumbre de hacerse introspección y muchas preguntas, de asociar cosas aparentemente inconexas… pero claro, primero hay que poner un poco de distancia con los hechos. Cuando estás pasando por la situación, no se puede tener claro nada. Y creo que fue recién después primer año de mi hijita cuando empecé a entender porqué yo sentí tan difícil la adaptación a ser mamá.
Ella tiene ya tres años, se divierte mucho en su Nido y somos (¡casi!)las mejores amigas, y parece que fue ayer que nació! Ayer estaba viendo sus fotos, comprobando cómo le ha cambiado la carita. Ya es la carita de una niñita, no la de una bebé. A este paso, muy pronto me va a presentar al primer enamorado, jeje!!
Bueno, en realidad yo con este post esperaba, efectivamente, mostrar el lado de la maternidad que la publicidad nunca nos cuenta. Mostrar que no es anormal sentirse confundida, abrumada o malhumarada. Una no es un ángel. No, la maternidad no es un cuento de terror, pero tampoco es exactamente 100% idílico. Es como todo en la vida, con sus lados buenos y malos. Como siempre digo, es como el churrasco: riquísimo, pero siempre trae su hueso duro.
Espero haber aportado en algo a quienes estén considerando traer hijos al mundo pronto, y prevenido a las (y los) más chiquillas(os), para que asuman sus decisiones con responsabilidad. O sea, que si quieren tener sexo y son tan jovencitas(os) que aún dependen de sus padres, ¡por lo menos cuídense! Hay tantos métodos anticonceptivos…
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¡Me encantóooo!
Te entiendo bastante bien porque lamentablemente vivo muy lejos de mi mamí (como que a un océano y unos paises de distancia) y mi suegra vive lejitos también aunque a veces se daba sus escapadas.
Después de tener a Bast, me sentí morir, no porque no le quisiera, sino porque tendría que volver con él a casa y hacerme cargo de toooodo, en ese entonces teniamos aun al perrito pero, D me ayudó y ahora con sus 10 mesesotes, Bast es el niño más guapo y genial del mundo, aunque aun me necesite para dormir y aunque se cuelgue de mi como koala.
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Bastante real y honesto tu post. Creo que seré una mamá como tú y tengo que ir preparándome para esas andanzas. Como alguien dijo por allí a nadie la preparan para ser mamá, la cosa viene y luego tienes que asumirla con harta paciencia. Soy de aquellas que jamás dijo que una de sus metas en la vida era ser madre y que ahora lo ha decidido porque le provoca la aventura de criar a un ser humano. Suena egoista??.. para mi es un reto interesante.
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¡Ja, ja, ja! ¡Qué buen post! ¡Qué gracioso! Qué vacilón eso de la vecina que quería conversar con tu hija, ¡ja, ja, ja!
Pero fuera de cosas, también es muy profundo. Fectivamente, se nos venden modelos que terminan asfixiándonos. Aunque no soy papá aún, y aunque no pasaré por lo que tú (digo, por una cuestión fisiológica, ¿vio?), lo que has puesto aquí me ha hecho pensar, sí.
Ah, aquí un escrito (no es mío) que toca el otro lado del asunto: al margen de seguir o no modelos de mamá, o de estar preparada o no, o de sentirse culpable o no, o de cualquier otra cosa, igual las mujeres tienen un secreto que nosotros no tenemos: http://salvaguay1.blogspot.com/2006/10/un-artculo-viejo-pero-necesario.html
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Gracias Kike, me gustó el URL que dices.
Visítame a menudo, ya pronto continuaré con el tema de este post 😉
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Me encantó este post. Lo estaba disfrutando a pleno, muerta de ganas por comentar…pero justo mi hijo lloriquea…así que tengo que interrumpir.
Me siento menos culpable, jaja. Un beso y nos leemos.
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M E E N C A N T O ! ! Te juro q no podrias haber descripto tan bien todo yo me siento igual…senti mientras leia q era todo lo q keria expresar y no podia
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