Mi Maestra

Jean no era peruana, pero nos enseñó a amar nuestro país y nuestra cultura; no era de mi sangre, pero me dio un lugar acogedor donde podía sentirme en familia y ser feliz; no era socióloga ni psicóloga ni activista de nada, pero nos enseñó con el ejemplo generosidad, tolerancia, respeto mutuo e igualdad (en todas las esferas), en una época en la que ni se pensaba en eso; pudo ser selectiva y escoger a solamente gente muy talentosa o con nivel musical avanzado para sus coros, pero ella no buscaba el aplauso fácil sino enseñar a los que no sabían; pudo haberse dedicado limeñamente a disfrutar sin complicaciones de su status social, y de su familia, pero escogió darse el ingrato trabajo de hacer obra pedagógica y cultural en un país como el nuestro, y mientras tuvo fuerzas se fajó por eso.

Color y fe popular: Los Negritos de Huánuco

Colorida, alegre, y todavía una fiesta genuinamente popular en esa región, la danza de Los Negritos de Huánuco se baila tradicionalmente durante las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Bajada de Reyes, como homenaje al nacimiento del Niño Jesús, y rememorando los días de libertad que los hacendados daban a sus esclavos negros durante esas fechas.

Recuerdos Azules: Rafael Santa Cruz.

Una cosa que Rafo siempre tuvo clarísima, y que creo que es su más grande legado, es la necesidad, la urgencia, de no ignorar nuestras raíces, personales y culturales: quiénes somos y de dónde venimos. Como leí en alguna parte, ningún árbol puede crecer muy alto ni fructificar si no tiene raíces sobre las cuales crecer. Todos tendríamos que ser conscientes de la enorme importancia que tiene el conocer y valorar nuestras raíces.

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