Mi encuentro con El Mossad (crónica REEDITADA)

Nota 1: Esta crónica apareció en mi antiguo blog el 9 de mayo del 2007. Con una muy ligera reedición, la publico de nuevo, antes del próximo post original-y-actual…

Ante todo, y siguiendo la tendencia que han iniciado otros bloggers, empiezo con un disclaimer: este es un relato absolutamente verídico, pero los involucrados son identificados con pseudónimo, porque esta Mata Hari no quiere generar ningún incidente internacional. Y mi mención a El Mossad es sólo circunstancial, pues no me consta que el protagonista en cuestión sea realmente miembro de ese servicio secreto, aunque en el transcurso de la narración verán porqué supuse que podría serlo.

Llegué a la Embajada de Israel, previa cita protocolar de rigor, para conversar con la persona encargada de impulsar los eventos culturales, específicamente, en torno a cierta exposición itinerante. Como reza el viejo dicho, como te ven, te tratan, así que, recordando que alguna vez un amigo español dijo que tengo cara de árabe, acudí a la cita, yo muy elegante y regia, oliendo a «Anaïs Anaïs» y estrenando laciado de peluquería.

El primer obstáculo a sortear fue el policía que resguardaba la entrada del edificio. Trataba de ser cortés, pero se le salía lo tombo al fin. La cabra siempre tira al monte, dicen.

– Buenas tardes, ¿A dónde se dirige, señora?

– Tengo una cita en la Embajada de Israel, con la señora Dominga Díaz de Carreras.

– ¿Sobre qué asunto?

– Una entrevista para la Gran Revista Culturosa A1 de Lima (chúpate esa)

El tombito llamó, coordinó, esperamos diez minutos hasta que le devolvieron la llamada confirmando q todo OK pero que debíamos esperar un poco más hasta que bajara una persona para verificar los datos y escoltarme a las oficinas. Pasaron otros 10 minutos en ese hall del edificio (ni siquiera había ninguna silla allí para esperar), hasta que se abrió la puerta del ascensor y salió de allí la versión judía de Tom Cruise en sus mejores tiempos: ¡oh my God! Varonilísimo, porte impecable, muy bien vestido, veintipocos años y los ojos azules más hermosos que he visto en mis cuarenta años. Me miró, lo miré, se dirigió a mí, me emocioné misma Ally McBeal, hasta que me di cuenta de que lo que me hablaba era español, y me acabó de bajar de mi nube solicitándome mi DNI: era un agente de seguridad de la embajada.

(¡PLOP!)

Traía una hoja de papel impresa con mis datos, y los verificó mirando alternativamente el papel, mi DNI y mi cara. ¡Qué mirada tan glacial! Me aprobó, pero todavía faltaba jugar un poco más.

– Borrr favorrr, base bor aguí (por el scanner de metales)

BIIIIIP BIIIIIIIIP BIIIIIIIIIIP BIIIIIIIIIP empezó a chillar el condenado aparatejo, tan escandalosamente como si anunciara un desastre nuclear. Chessssu pensé, y ahora qué? El flaco (a quien de ahora en adelante llamaré «Ariel Junior») me miró de arriba a abajo y preguntó:

– ¿Yeva obgedos de medallll?

Ah, caracho. Objetos de metal. OK. Me tuve que sacar la pulsera, la cadena del cuello, el aro de matrimonio, los aretes y el reloj. Menos mal que con eso el maldito scanner se dio por satisfecho, porque mis escrúpulos no me hubieran permitido calatearme para quitarme el brassiere en caso de que los aros de metal de mi 36-C hicieran sonar las alarmas otra vez. Uffff, ya se terminó, supuse.

Pero no, todavía quedaba más foreplay. Ya habían terminado con mi persona, pero aún faltaba inspeccionar mi cartera.

– ¿Buede usted abrrir su carrrrdera? –solicitó Ariel Junior, muy dueño de sí mismo.

No sé para qué preguntó si igual la iba a abrir él si yo me negaba, así que le dije siga usted, ábrala nomás. Me miró a los ojos, tal vez buscándome rasgos de palestina o árabe encubierta, y preguntó:

– Yeva usded arrrrma??

– No, ninguna.

Si no lo hubiera visto, no lo hubiera creído. Abrió todos y cada uno de los compartimientos y cierres de mi cartera, sacó todos los objetos (¡todos!) que llevaba en ella, y los inspeccionó uno a uno. ¡No saben cuánto me alegré de no haber llevado ningún pantiliner de repuesto allí! Fue en ese momento, viendo a Ariel Junior examinar, abrir y cerrar con cara de concentración total mi grabadorita-mp3, mi lapicero, mi monedero, mi estuche de polvos compactos, mi lápiz labial y hasta el rimmel (de esos que traen un peinecito para separar las pestañas) que pensé: este tipo debe ser del Mossad, o al menos entrenado por ellos.

Ariel Junior se dio por satisfecho después de la inspección, pero mi cámara, la pulsera y el rimmel quedaron decomisados en un casillero, cuya llave me entregó. Ya desprovista de tan peligrosos objetos, me dirigí al ascensor: pero…

– Momento, señora…

Ariel Junior estaba peleándose con mi abrigo. Digo «peleándose» porque es un abrigo largazo de paño de corte clásico, de los que llegan hasta media pantorrilla. Lo cogió de la solapa, lo apoyó contra la pared con una mano y empezó a palparlo con la otra, sin quitarme un ojo de encima. Yo ya estaba por soltar la carcajada (sorry, guys) ante lo que me parecía un grave caso de paranoia, cuando Ariel Junior percibió algo duro, cambió de cara y metió la mano en el bolsillo del abrigo. Para su desencanto, lo que salió de allí fue la invitación –en cartulina Kimberly– del matrimonio de mi amiga Charito, que se había quedado allí metido y doblado en siete desde el día de la boda. Lo siento, Ariel Junior, si quieres jugar a Metal Gear mejor agarra tu playstation, pensé.

Ariel Junior terminó su trabajo palpando todas las costuras del abrigo con ambas manos antes de entregármelo, y por fin fui escoltada hasta la oficina del funcionario que me iba a atender. Que resultó ser un un tipo muy amable, por cierto. La pobre Dominga Díaz de Carreras tuvo que bajar, muerta del roche, a recuperar mi cámara. Ariel Junior la acompañó en todo momento, insistió en que estaba prohibido tomar fotos, y ante las explicaciones del funcionario y de Dominga, accedió, pero:

– Debe sendarse aguí –con fondo de un muro pelado y la bandera de Israel– y debo mirar cuando haga la fodo.

Obviamente Ariel Junior no me iba a dejar tomarme una foto del recuerdo cheek-to-cheek con él, así que tomé los retratos del funcionario y se llevaron mi cámara de nuevo (me la devolvieron a la salida junto con la polvera y el rimmel).

Hay que decir que, a pesar del fastidio, me pareció admirable la prolijidad con que Ariel Junior llevó a cabo el registro. Se puede decir que es paranoia, que es una exageración, que de qué tienen tanto miedo y qué sé yo cuántas cosas más: pero es increíble en cuántos detalles inimaginables, y con qué profesionalismo, adiestran a estos muchachos. Yo pensaba en cuántos cachaquitos nuestros fueron despistados, burlados y eliminados por los senderistas, mediante el fácil expediente de distraerlos con alguna putifaldera o pechugona, pero Ariel Junior jamás se dio por enterado de mi 36-C ni perdió sus refinados modales.

Epílogo: sí pues, esto no fue algo que ocurra todos los días, como tampoco ser sometida a semejantes inspecciones es muy edificante. Comprendo que les preocupen mucho los security issues, comprendo que los diplomáticos deben ser muy cuidadosos, es comprensible que los funcionarios israelíes sientan que tienen enemigos de los cuales cuidarse, entiendo que una embajada es territorio extranjero donde pueden aplicar las medidas de seguridad que les parezcan pertinentes, pero… amable sugerencia: ¿por qué no se consiguen un aparatito de rayos-X –como en los aeropuertos– para las carteras, bolsos, maletines, etc., en vez de estar vaciándolo todo? Es más limpio y rápido.

Y bueno, tal vez sí debí sentirme ofendida, pero la verdad es que todo el procedimiento me pareció tan surrealista que me resultó imposible enojarme: más bien me pareció una aventura divertida. Casi casi, como jugar a los espías. Así que les entrego esta crónica de tan singulares acontecimientos, esperando que los divierta… y con un saludo especial para los hermosos ojitos de Ariel Junior, si llegan a leer esto 😀

Hasta pronto.

NOTA 2: La crónica original, más los respectivos 22 comments que tuvo en su momento, se encuentran en mi blog antiguo.


9 comentarios sobre “Mi encuentro con El Mossad (crónica REEDITADA)

Agrega el tuyo

  1. Grosero error: el link de tu antiguo blog no funciona, tenía la sana curiosidad de husmear algunos comentarios. En fin.

    Navegando en la red me encontré con tu blog y empecé a leerte y me resulto entretenido.

    Intuyo por tu forma de escribir que esta experiencia lejos de enojarte o divertirte, secretamente te agrado. No todo los dias te subes al zapato de una espía con tu Tom Cruise (a) Ariel Junior encima.

    Felicidades

    Chinasklauzz.

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  2. «la versión judía de Tom Cruise en sus mejores tiempos»
    lastima que no pudieras tomarle una foto…
    Divertida tu cronica pero terrible imaginarse como sera la vida para las personas que tienen que estar 24 horas en ese mode.

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  3. Soy uno de los que leia tu antiguo blog hasta que se empezo a desactualizar. Que bueno encontrar de casualidad este nuevo espacio y mas aun con este post tan genial y entretenido. Conforme leia esta cronica me imaginaba cada paso y parecia estar viendo una escena de «Mision imposible» o «James Bond» pero aveces tambien me parecia secuencias del «Super agente 86» jajaja…
    Un abrazo.

    Saludos desde Japon.

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  4. Bueno, si van a revisar por lo menos lo hacen exhaustivamente y si ademas lo hace alguien como Arielito Junior… al menos disfrutas mirarlo!…jajaja Menos mal que no llevaste tampones porque esos si que se quedaban confiscados como objetos peligrosos!!…jajaja

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  5. Imaginate como debe estar ese personal ahora. ¿Has pasado por ahí ultimamente? Los pacifistoides han armado una especie de «altar de repudio» a la guerra con velitas y demás donde se podía ver que la cosa va con rabia (a juzgar por la esquelita «no pasarán»). El edificio de la embajada está con dotación policial permanente. No es para menos si en ciudades más «pacíficas» y «civilizadas» (Barcelona, Londres) han ocurrido atentados a las embajadas israelíes…

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  6. China Link arreglado, gracias por el dato 🙂

    Javi: Pues espero que nos sigamos visitando! Y sí, a este post le falta la música de fondo de «Misión Imposible» 😉

    Amazilia: Buen punto… yo quería mi foto con Arielito!

    Jocho 😉

    Pilarcita: OMG! Eso pues…

    Guille; en eso estaba pensando. Pero no sufras. Me imagino que ellos deben estar curtidos 😉

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