Tarde de nostalgias…

No sé de dónde esta tarde se me vino a la cabeza una obra musical en cuya interpretación tuve el placer de participar hace… algunos años. Claro, muchos de ustedes que me leen regularmente ya saben que he sido una muy activa integrante de coros y que mi Yo musical no me deja en paz y de rato en rato me pincha para que lo deje asomarse. Así que hoy tendrán que aguantármelo…

Hoy fue una de esas tardes de domingo en las que uno en lugar de descansar se dedica a algunas de las faenas que normalmente durante la semana no hay mucho tiempo de hacer. Estábamos mi hija y yo seleccionando juguetes y demás cachivaches viejos, unos en buen estado para donar y otros para enviar al reciclaje o a la basura, las dos asombradas de cuántas tonterías se pueden acumular sin darse cuenta. Yo, contentísima porque hace literalmente años que teníamos que haber hecho esto, pero de otro lado… casi cada objeto traía memorias y recuerdos y… no, no era que quisiera conservar los objetos, no era nada de eso, sino que a cada momento que pasaba se me hacía más y más fuerte y abrumadora la sensación de «Dios Mío, ¡cómo ha volado el tiempo…!» Y de pronto, sin que sepa explicar de dónde o bajo qué mecanismo mental, me encontré a mí misma tarareando una vieja canción de mi repertorio coral.

Mística unción del recuerdo
que me estremeces el alma
trayéndome desde lejos
como en sutil brisa alada
un arrullar de palomas…

El poema completo se llama «Romance de Ausencias», musicalizado para coro y dos pianos por el genial Carlos Guastavino, y lo cantamos aquí en Lima con la Coral Arpegio a mediados de los años ochenta. No hubo registro audiovisual, lamentablemente, pero les puedo contar que nos dirigió Rosario Guevara, con la invalorable asistencia de Germán Bedoya, y que contamos con dos pianistas de lujo como José Pacheco (padre de otros dos talentosos músicos de mi generación) y su esposa Paquita Beleván.

Tuvimos que trabajar muchísimo, porque esta obra es un tanto complicada, a todo nivel, sobre todo en las armonías y en los cambios de sección: la ensayamos tanto que le cogimos cariño «por costumbre». Y digo esto porque (ahora, en retrospectiva, lo veo) aunque la obra es una preciosidad, musicalmente hablando, los 20 años que teníamos entonces no hay forma de poder entender o captar siquiera lo que se siente mirar atrás y ver en unos cuantos segundos toooodo el camino que has ido dejando en tu vida, las cosas que hiciste, las que no hiciste, las que escogiste, las que dejaste… y fundamentalmente de esto es de lo que trata el texto de esta obra, aunque desde el punto de vista del expatriado. Pero ojo, que el terruño no es solamente el lugar donde uno se crió o vivió: es, fundamentalmente, ese lugar en el tiempo en donde todo era o prometía ser perfecto. Cuando uno mismo era una promesa y la vida estaba por descubrirse.

Ay! ¿Cuándo volveré a verte,
rústico hogar de mi patria?
Ser quiero yo tu hijo pródigo
que torna a la vieja estancia
por merendar las colmenas
en tu quebracho enjambradas.

 De modo que, con los efectos del flashback encima y las nostalgias de todos los colores atravesadas en la garganta, hice una pausa para buscar alguna interpretación del Romance de Ausencias en «San Youtube», y qué creen, sí la encontré… y yo, que tantas veces me he plantado en el escenario con mis compañeros de coro, me senté un momento a disfrutarla.  Le he encontrado fallas técnicas, por allí uno de los pianistas no mira al director y se descuadra del tiempo, además el audio no es muy bueno que se diga, pero no me importó… el fluir de mis recuerdos seguía. Ya se sabe que la vida no es más que un gran viaje, y en mi viaje vital, tal como dice el coro de la obra Cantando fui peregrino / por exóticas comarcas, literal y metafóricamente.

Y el viaje no se termina. Con algunos accidentes en la ruta, con puentes caídos, con terremotos, con revoluciones, con cosas buenas y cosas malas, pero sigue, y en ruta uno siempre tiene que mirar adelante. Se puede mirar atrás, pero no volver. Igual, no me quejo.  Y podría escribirles más y más, pero como no he terminado de botar cosas viejas (tarea además indispensable para poder recibir/vivir cosas nuevas)  mejor termino, y los dejo con el video que encontré de este Romance de Ausencias, de Carlos Guastavino, en la interpretación de un coro italiano (no tengo más datos).


Hasta la próxima…

4 respuestas a “Tarde de nostalgias…

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