En el Día de la Mujer: yo no quiero ser un hombre

Seré políticamente incorrecta: yo no creo que la sociedad en la que vivo me considere menos persona, o una persona con menos derechos que un hombre. sólo por ser mujer.

Nunca me he sentido inferior, nunca he sentido que me consideren inferior sólo por ser mujer, ni tampoco que haya sido nunca discriminada, marginada, acosada o maltratada por ningún hombre, sea padre, compañero, marido, colega, jefe, etc., sólo por el mero hecho biológico de ser mujer; ni creo que haya puesto de trabajo al que no pueda aspirar por ser mujer.

Hay un machismo en el Perú, sí, pero es una cuestión de mentalidades que anda en franco retroceso.

Ante todo, un disclaimer: aclaro que en este post hablo de la realidad de las mujeres profesionales urbanas, que es la que conozco de cerca. No ignoro que las mujeres del campo tienen otros problemas urgentes, los cuales me ocuparé en otros futuros posts.

El Perú es un país discriminador. Cierto. Sí me ha tocado pasar, en algún momento, por ser discriminada por no ser «blanca», por no pertenecer a determinado círculo socioeconómico, o por no estar en situación de igualdad de poder en el lugar de trabajo. Pero no por ser mujer. Tal vez si viviera en alguna sociedad dirigida por gente tipo talibanes o musulmanes radicales podría decir que sí, se me discrimina por ser mujer; pero no es ése el caso acá.

Sólo por lo que se ha logrado en los últimos veinte años, el primer movimiento feminista merece mucho crédito. Hay cosas por trabajar todavía, como lograr que se nos paguen igual sueldo que a los hombres en un mismo trabajo, en un puesto al mismo nivel que nosotras: pero creo que tras los avances logrados, ya se está perdiendo la verdadera esencia del movimiento inicial, que era igualdad de derechos civiles para nosotras.

Lo que creo es que actualmente se confunden mucho las categorías de discriminación, y que resulta demasiado facilista englobarlas en la categoría de sexismo o discriminación sexual. Porque a los hombres también se les discrimina, igual que a a las mujeres, por cosas como no ser «blancos», por ser analfabetos,  por no haber estudiado en determinadas universidades, por protestar contra los abusos laborales, por expresar una u otra preferencia sexual distinta, etc.

Me parece demasiado comodón y facilista enarbolar la bandera del «me discriminan por ser mujer» cuando en realidad las desigualdades e injusticias estructurales nos afectan por igual a todos como sociedad. De repente para algunas es buen negocio, ya que hacen carreras y se ganan la vida con ello: pero creo que, como sociedad, hay que ser más solidarios contra las injusticias y discriminaciones en el lugar de trabajo, que nos afectan por igual a hombres y mujeres.

Esos tipos de discriminación no tienen sexo. Pero hay ciertos tipos de discriminación que sí, a pesar de ser evidentemente sexistas, no vienen dadas del mero hecho de ser mujer, sino de uno de los posibles resultados de ser mujer: de la maternidad.

Para llegar a ser madre obviamente se necesita del concurso de un hombre, ya como compañero de vida o como donante de esperma, pero en fin, se necesita de un hombre.  Y lo curioso es que, en el caso de los hombres que asumen su paternidad, a nadie, a NADIE se le ocurre pensar que ésta va a ser un obstáculo para su desempeño laboral.

Pero con la maternidad, con las mujeres trabajadoras, es otro cantar.

La simple posibilidad de que las trabajadoras lleguen algún día a ser madres hace temblar a los empleadores, y ante la elección de contratar al hombre o a la mujer… se prefiere al hombre. Porque a ellos no hay que pagarles lactancia, darles descanso pre y post natal, guardarle el puesto, pagarle suplente, etc.

En cambio a ningún empleador se le ocurre preocuparse por si un hombre tiene hijos o planea tenerlos. Si acaso, se considera que será motivo para que trabaje el doble sin chistar, o para que ni se le ocurra pensar en formar un sindicato.

Eso es discriminación flagrante. Y eso que no hablamos de los despidos por embarazos, que siguen ocurriendo y mucho, y le ha pasado a mujeres brillantes que conozco.

El mensaje que se nos da es que la maternidad es un estorbo, un impedimento, algo indeseable: que lo que nos define como personas es el trabajo, y que como la maternidad nos quita tiempo para la carrera, entonces la maternidad nos anula como personas.

Si eso no es discriminación, entonces no sé qué es discriminación.

Mucho del movimiento feminista actual, a pesar de que proclama estar luchando contra estas situaciones, en realidad al final acaba siendo vergonzoso cómplice en muchos casos. Porque en lugar de luchar por leyes más justas y menos discriminadoras para con las profesionales madres, se alinea con la lógica explotadora de los empleadores de que la maternidad no es compatible con la carrera, y lo que nos plantean es «¿para qué sacrificar nuestras carreras por un embarazo, por un hijo?» y nos proponen solucionar estas disyuntivas con el recurso del aborto, supuestamente para poder asumir la maternidad «cuando estés lista para asumirla».

Despierten, mujeres: del modo como están las cosas actualmente, una nunca va a estar «lista». Tenemos que rebelarnos y no dejar que nos estafen con ese cuento.

Yo particularmente siento que estas agendas a lo que conducen, finalmente, es a un mundo en donde en el fondo las mujeres tampoco son libres para vivir su condición de mujer, sino que son alentadas, empujadas, y finalmente forzadas a tratar de ser como los hombres. Veamos por qué.

Muchas de estas chicas o señoras del movimiento tienen siempre listo el rollo de que «la familia patriarcal» y/o «la sociedad machista» son «culpables» de la «opresión» de la mujer. Señoras, ya no estamos en la época feudal cuando el marido tenía el derecho legal de matarnos: concebimos actualmente al matrimonio como una sociedad de compañeros y las leyes así lo explicitan.  Pero oh sorpresa: todas nosotras, con maridos o sin ellos, tenemos padres, hermanos, hijos a los que amamos. Son hombres, y son nuestra familia. ¿También son «culpables» del problema de las mujeres modernas?

No. El problema de las mujeres modernas, al menos de las mujeres profesionales urbanas que es la realidad que conozco, es que sutilmente se nos llena de mensajes instándonos a negar estas realidades y querer ser como los hombres, a vivir nuestras vidas como si fuéramos hombres. Y no pues, no somos hombres. Tratar de ser lo que no somos es fuente de permanente conflicto y neurosis no resueltas. De sufrimientos gratuitos para las mujeres y sus parejas.

Yo ni soy ni quiero ser «igual» que el hombre; yo soy una mujer y lo vivo plenamente día a día. Vivo orgullosa de ser una mujer, soy muy feliz sintiéndome mujer, nunca se me ha ocurrido renegar de ser mujer, ni tampoco me siento víctima de nada ni de nadie, ni mucho menos de ningún hombre; ni tampoco creo que el camino para la realización personal de las mujeres tenga necesariamente que pasar por llevarse de encuentro cosas tan básicamente humanas como asumir una maternidad o el tener una relación de pareja.

No. El mundo va a ser un mejor lugar para nosotras cuando, en lugar de que pedirnos que seamos como los hombres, nos acepte como mujeres que somos, y nos presente alternativas para poder vivir nuestras vidas plenamente, integrando nuestras facetas de profesionales, trabajadoras, madres, sin necesidad de vernos en disyuntivas como que si me embarazo de repente pierdo el trabajo, o si tengo un hijo tengo que pagar una nana porque por el trabajo no lo puedo cuidar yo, o que no puedo convivir o casarme porque mi carrera implica constantes relocaciones y el mundo no presenta alternativas en estos casos.

Pero claro, esto es caro. Es por eso que no conviene. Y así como se aboga por  legalización del aborto dizque en favor de la maternidad libremente elegida, también se debería defender los derechos de las mujeres que ya somos madres, de las madres que trabajamos. Por generar propuestas para que podamos armonizar carrera y familia, sin tener que optar por una u otra. Porque finalmente, tener que optar por una nana (que finalmente termina siendo OTRA MUJER SUBEMPLEADA o mal pagada) o por una guardería  es una forma de violencia que se ejerce desde la sociedad contra la madre y su hijo.

Instintivamente, el hijo necesita a su madre y la madre necesita de su hijo. Toda madre sabe que negar este hecho es irreal. Y no veo que nadie, y menos aún el movimiento feminista, se ocupe de eso. Las veo muy ocupadas luchando por el libre acceso a los anticonceptivos y por una libre sexualidad, y eso en sí no es malo; pero no las veo preocupadas por la mujer que ya es madre. Y finalmente, la maternidad –y no sólo el Santo Grial del Orgasmo– es también parte de la sexualidad. Viene del ejercicio de la sexualidad. Cerrar los ojos y negar, no querer asumir ese hecho es tener una mentalidad muy adolescente.

Qué espero? espero que la sociedad, que tanto dice que respeta ahora las diferencias, me respete en mi condición de mujer plena, con todas las peculiaridades de mi sexo, que incluyen la maternidad obviamente; espero que el mainstream deje de enviarnos mensajes desvalorizando a la mujer que opta por la maternidad, que quiere combinar carrera y familia o que, pudiendo desempeñar un trabajo, elige quedarse en casa a cuidar de sus hijos.

Y espero que no sólo hoy, sino todos los días del año sean un gran día para todas nosotras las mujeres.

ENLACES RELACIONADOS:

Globalizado: Día Internacional de la Mujer

Mujer Trabajadora y Sindicalista: Feliz Día.

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2 respuestas a “En el Día de la Mujer: yo no quiero ser un hombre

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  1. Ya que estamos politicamente incorrectos, prosigo con algo que corresponde a la realidad que veo…

    Con esto de la exigencia de paridad, se reclama mucho una mayor participacion en los puestos directivos, sin tomar en cuenta si la lista de candidatos cumple o no con esa paridad, es lamentable, pero siendo que el proceso de incorporacion ha sido progresivo en los ultimos 40 años, resulta inevitable que de momento (ojo, de momento) la lista de aspirantes tenga mas hombres los cuales ya de antemano saben que estan descartados porque la empresa necesita colocar mujeres para demostrar lo equitativa que es, ergo… carreras potencialmente truncadas.

    Otro aspecto (que no tiene solucion por el momento) es lo que se ven en las empresas de informatica, donde las proporciones son basicamente un reflejo de lo que se ve en las facultades de ingenieria: predominio masculino, por lo que un antiguo jefe mio decia que por eso mismo habia dado la orden de que en caso de aplicar un hombre y una mujer se procurara dar preferencia a la mujer, o lo que me decia un amigo que trabajaba en reclutamiento «en algunos puestos a las mujeres les basta con cumplir» ya que las empresas tienen necesidad de contar con mujeres en su staff, y claro… cuando se dan esos casos viene a significar que el peso del CV pasa a segundo plano. Y claro…. la «solucion» del problema se la cargan a las empresas (a costa del profesional) en lugar de ir a la razon del problema: el porque las chicas no optan desde su juventud por las carreras de ingenieria……

    Al menos en USA el IEEE tiene un capitulo dedicado a eso y se toman en serio el incentivar a las escolares a que vean lo que se puede hacer en este sector, pero tanto Peru como España no atacan el problema desde la raiz…..

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  2. La discriminación se fermenta desde el mismo momento en que se declara un día como el «Día de la Mujer» como si las mujeres necesitaran que les regalen un día.

    Lamentablemente hay un sinnúmero de intereses, entre mercantilistas y políticos que usan el «Día de la Mujer» como solaz.

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