Vergüenza ajena

En el Perú la impunidad es tan pan de todos los días que aunque a diario muere gente en accidentes de tránsito, asesinada por sus parejas o por la indiferencia de los demás, nadie dice (ni hace) nada. La «zafada de cuerpo» es ya un vergonzoso modus vivendi peruano. Y la indiferencia al respecto es más que clamorosa.

Muere una niña atacada por un perro, y todos claman que se mate al perro: reclamo visceral y comprensible… pero pocos exigen que el dueño se haga responsable por su descuido del animal: y nadie se pregunta dónde estaba la persona que debía cuidar a la niña ni por qué la dejaron sola en una casa donde había un animal peligroso. Nadie menciona la irresponsabilidad de tener un animal peligroso sin tomar las debidas precauciones. Hasta los activistas pro-animales se quedan callados.

Un niño campeón de tae-kwon-do es arrollado por un chofer ebrio: se acaba el SOAT y, a pesar de haber sido capturado, el culpable no responde. Se cae un andamio en plena calle, mata a otro niño, e igual no pasa nada. Un hombre en proceso de divorcio secuestra a su propio hijo sacándolo a la fuerza del colegio (golpeando a las maestras, de paso)... y tampoco pasa nada.

Mueren niños en el INCOR por falta de donantes de corazón. Cynthia Sotomayor, la niña que murió hoy, me conmovió hasta las lágrimas, porque es de la misma edad de mi hijita. ¿Por qué casi nadie quiere ser donante de órganos en el Perú? Pues porque ante tanta corrupción, negociados e impunidad, todos (me incluyo) tienen miedo de que los médicos ayuden a morirse más rápido incluso a quienes NO son pacientes terminales, para aprovechar (en todos los sentidos) sus órganos.

Las vidas prematura y sanguinariamente segadas de miles de peruanos valen tan poco que los senderistas enjuiciados han recibido sentencias de lo más benignas.

Siento tanta pena y vergüenza ajena que casi ni puedo pensar.

En otro nivel, el Rey Hassan de Marruecos nos dona nueve camellos, de sus propios rebaños reales, y a pesar de ser animales muy resistentes, TODOS mueren. Descuido, mala alimentación, quizás sabotaje, no sé: pero, en un país en el que la vida de una persona aparentemente vale nada, ¿qué se puede esperar en lo que concierne al (mal)trato para unos animalitos? (Y replanteando en otro contexto la pregunta de Chema: ¿dónde están ahora los activistas en derechos de los animales? ¿Sólo les importan los perros, los gatos… y los toros?)

Preguntas en el aire… se aceptan más preguntas.